diciembre 4, 2024
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Como quien inaugura el nuevo año, la prensa internacional se ensañó en propalar los violentos hechos en Ecuador. Las malas noticias recién comienzan a ceder, pero, el día en que se escribe esta columna, el periodista de The New York Times Iván Ulchur-Rota publica aún otro artículo desalentador. Aunque el autor indica que las redes exacerbaron la percepción de los hechos violentos, lo que le sucedió mientras estaba en Quito lo asustó.

En este ambiente noticioso negativo pasó inadvertida la publicación de un artículo científico trascendental, que bajo una traducción libre puede ser titulado “Dos mil años de urbanismo tipo jardín en la Amazonía”.

Fue publicado en la prestigiosa revista Science el 12 de enero, tres días después de que los medios de comunicación estuvieron copados cubriendo el secuestro de los periodistas de TC Televisión.

Entre los nueve autores destaca Stéphen Rostain, del French National Center for Scientific Research, con base en París. El artículo fue ampliamente comentado en otra revista de relevancia internacional, Scientific American, también en enero. En el ámbito arqueológico y cultural ambas publicaciones le dan al Ecuador un gran prestigio internacional.

El tema central de ambas publicaciones es el descubrimiento de restos de una antigua civilización que existió en el valle del río Upano, en la Amazonía ecuatoriana, cerca de la ciudad de Macas, capital de la provincia de Morona Santiago.

Se encuentra a seis horas en automóvil al sureste de Quito, y a siete horas al este de Guayaquil. La civilización se habría extendido hacia los flancos externos de la cordillera oriental de los Andes, dominados por el volcán Sangay.

(…) los terrenos en los cuales se asienta este acervo arqueológico deben ser manejados con el debido respeto y admiración…»

 

Los restos consisten en numerosos montículos que en algún momento sostuvieron casas y edificios, los cuales fueron rodeados de jardines y campos agrícolas. Los autores del artículo sostienen que no han visto esta clase de “urbanismo tipo jardín” en ninguna parte del continente.

El artículo utiliza como insumo los mapas de la zona obtenidos por una nueva técnica denominada Lidar, que a manera de radiografía permite examinar construcciones que pueden haber sido cubiertas a lo largo de los años. Por ahora la técnica se ha aplicado a solo 300 kilómetros cuadrados, por lo que la extensión del complejo cultural tendría que ser mucho más grande. La técnica es relativamente nueva y nos ha provisto de evidencia concreta sobre la existencia de esta importante civilización que tiene más de 2.000 años.

El descubrimiento de estos restos arqueológicos y las publicaciones internacionales deberían instalar en el imaginario del lector dos temas importantes. El primero sería que la Amazonía no es solo una gran extensión de terreno inhóspito poblado por nacionalidades no contactadas, sino que también ha sido cuna de una civilización extensa y organizada, cuya estructura social está todavía por investigarse, con las nuevas tecnologías. En segundo lugar, que los terrenos en los cuales se asienta este acervo arqueológico deben ser manejados con el debido respeto y admiración, pues son parte del legado cultural del Ecuador.

 

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