Presentan estudio acerca del potencial destructivo del volcán Sangay
La caída de ceniza del Sangay, registrada en siete provincias del Ecuador en los últimos días, coincide con una publicación en la revista especializada Journal of Volcanology and Geothermal Research (JVGR). La investigación estuvo a cargo de Viviana Valverde, con el apoyo de la académica y vulcanóloga Patricia Mothes.
El estudio contó con el patrocinio del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (IG-EPN). A los investigadores les tomó un año visitar la inhóspita zona del Sangay, hacer observaciones, detectar la deformación de los flancos del volcán, realizar ensayos de laboratorio, elaborar mapas y aplicar estadísticas al material recolectado. El trabajo da cuenta de los enormes depósitos y avalanchas que el coloso ha causado históricamente y su potencial destructivo futuro. El estudio fue sometido al escrutinio de los editores de la revista JVGR en mayo del año pasado.
La vulcanóloga Mothes fue la coordinadora de la publicación y la autora correspondiente. Seis meses después, el medio especializado aprobó la difusión del trabajo. La vulcanóloga explica que se analizaron específicamente los depósitos de dos grandes avalanchas ocurridas en el pasado en las laderas del Sangay. La más reciente ocurrió hace 30 000 años y la más antigua, hace más de 200 000. La científica previene que este tipo de eventos no suceden de un momento a otro. Se pueden prever con observaciones, análisis de la deformación de los flancos y otras mediciones instrumentales. Eso sí, hay que tomar en cuenta que se trata de una zona altamente tectónica: un sismo de gran magnitud podría desestabilizar al edificio volcánico.
El Sangay es uno de los volcanes bajo monitoreo más activos del mundo. Sus erupciones fueron registradas por primera vez por un grupo de sacerdotes españoles en 1628, y desde el 2010 hasta este mes de marzo del 2021 ha intensificado su actividad eruptiva. Según investigaciones realizadas por el vulcanólogo Michel Monzier en 1999, el Sangay ha desarrollado al menos tres edificios volcánicos, uno sobre otro, después de cada colapso. Los depósitos de las avalanchas pasadas se ven en montículos que se utilizan hasta la actualidad como sitios ceremoniales y como espacios para comunidades.
Al Sangay le afectan varios factores que podrían contribuir a desencadenar el colapso de uno de sus flancos. La actividad volcánica 2019-2021 es la más fuerte en décadas, por lo que la recarga de magma es frecuente. Por otro lado, están las precipitaciones pluviométricas, que oscilan entre los 2 000 y 3 000 milímetros al año. Además, el área investigada es tectónicamente activa, como lo demuestran el terremoto de escala 7 en Macas en 1995 y sismos que se sienten con frecuencia en la zona.
Por otra parte, la actividad constante del volcán ha formado flancos muy empinados. Una investigación en el 2016 demostró que el lado sureste del Sangay se desliza hacia el este y el flanco oeste se expande 5 centímetros cada año. La caída de ceniza dirigida al oeste es prácticamente diaria y cuando su volumen es mayor puede llegar a otras provincias por acción del viento, como ocurrió días atrás. El estudio muestra que la avalancha más antigua analizada alcanzó una distancia de 57 kilómetros desde el Sangay. La más reciente llegó a 62 kilómetros del cráter del volcán. Se optó por reproducir un hipotético nuevo colapso del flanco este del edificio volcánico.
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Se analizaron dos posibles eventos futuros: uno pequeño y otro de gran volumen, compatibles con eventos pasados y evidencias disponibles, como fotografías aéreas, observación de campo y varios trabajos anteriores. Las simulaciones realizadas muestran avalanchas que se dirigen hacia el este. El escenario de volumen pequeño -que involucra solo 4,3 km³ de material volcánico- se caracteriza por un depósito de escombros que cubriría una superficie de 324 km². Los materiales llegarían a los poblados de Huapula y Luz de América en menos de cinco minutos. Por otra parte, en un escenario de gran volumen -que involucra 27,4 km³ de material- se produciría una gran acumulación de desechos, principalmente a lo largo del río Palora y en dirección al cauce del río Upano. Este evento potencial amenazaría a muchas aldeas y podría afectar directamente a la ciudad de Macas y a las comunidades aledañas.
Fuente: El Comercio / Andrea Rodriguez
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