Un caso que demuestra la cruda realidad del sistema de salud en Morona Santiago
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Una luz tenue de una vela es la única que alumbra aquella habitación oscura. Tan solo se puede escuchar aquella respiración lenta, sonora, ronca, profunda…, como que si la vida entera dependiera de esas “bocanadas” de aire. ¡Y claro que sí! Nada lejos de la realidad; pues en una cama de madera reposa inerte, sin vida, el joven Widinson Chiriapa, de tan solo 19 años de edad.
Preso de un “sueño constante” hace ya un mes. El pasado jueves 27 de octubre fue dado de alta del Hospital General Macas, y ahora encuentra como refugio y hogar las desprovistas instalaciones de la Organización Shuar del Ecuador, ubicadas en Radio Kiruba.
Sin agua, ni luz eléctrica, Ramón Chiriapa y Marlene Wajay cuidan a su hijo; lo limpian, están al pendiente de su evolución, sin embargo, no existen avances.
De acuerdo a Marlene, la situación del joven está empeorando. “Yo hago lo posible, a cada rato lo veo…, en la tarde le cogió la respiración fuerte y yo dije, ¿Qué pasa con mi hijo?”, comentó la angustiada madre.
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Pero ustedes se preguntarán: ¿Qué ocurrió?
Todo inicia desde el día que debió ser el fin de Widinson, el pasado 17 de septiembre, tras un accidente de tránsito en Santa Rosa, en la entrada a Buena Esperanza donde se salva de milagro. Inmediatamente fue ingresado a la sala de Emergencia del Hospital, siendo trasladado por la gravedad de sus heridas a la Unidad de Cuidados Intensivos.
Padre y madre en la angustia, buscaron trasladar a su hijo a otra casa de salud. “Yo venía solicitando para que me den transferencia a un hospital de tercer nivel, me decían que iban buscando y al final…, solo me dijeron que no había espacio físico en otros lugares”, afirmó Ramón.
Incluso, debido a que no se contaba con los implementos para operarlo de una lesión en su pierna, su padre tuvo que hacer un préstamo en un banco y pedir en la ciudad de Quito los clavos para la cirugía.
Pero a la angustia se debía sumar el “ultimátum” realizado por los médicos: Se daría el alta al paciente.
En estado vegetativo, Widinson sería llevado a su hogar, y debido que se encuentra en una comunidad lejana, su padre buscó ayuda: “pedí que me dieran chance en el hospital hasta buscar un cuarto” resaltó Ramón, a lo que Marlene agregó que, mientras su esposo estaba buscando el espacio: “ venían a cada rato, y me decían que llame a mi marido, ya es hora que se vaya, nosotros tenemos que hacer la limpieza de la sala”.
La emergencia apremió, y en la solidaridad de los hermanos de dicha Asociación encontraron el espacio. Tan solo en la habitación había una esponja en el suelo, lugar donde reposaría el recién salido del hospital más tarde.
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Por otro lado, Marlene estaba preocupada. Su hijo sería trasladado al lugar encontrado por su esposo en tan solo instantes, y en eso, el médico solicitó su ayuda para levantarlo de la cama. El dolor de esos momentos se puede escuchar reflejado en su relato: “me dijeron: vamos a llevar en la cajuela a su hijo”.
Si, así como lo imaginan, el joven fue trasladado desde el Hospital en una camioneta, faltando a la promesa realizada al padre, donde le indicaron que se lo trasladaría de manera digna, en una ambulancia.
“Yo me dije, ¿Por qué dirá eso?”, se cuestionaba la madre, hasta cuando le tocó vivir esa experiencia terrible. Con el dolor de la columna, secuela de aquellos días en el hospital sentada velando las noches de Widinson, ayudó a los médicos a trasladarlo desde la sala donde se encontraba hasta la camioneta: “Señora, ¿Vas en la caja o vas dentro? Entonces les dije que tengo que ir adentro, cómo voy a ir afuera, como un animal. Acaso están llevando a un cadáver”.
Marlene recuerda que esperaron que se siente, lo colocaron en su regazo, flexionando sus rígidas piernas ante el horror de su madre, para que pueda entrar en el vehículo. En todo ese trayecto, ella lloró.
Una cama, un colchón y una cocineta, Ramón se preocupó por conseguir a crédito enseguida. El alimento se le administra mediante una sonda. La recomendación de la alimentación viene en un documento.
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Licuar y administrar.
Así de simple suena. Pero en un lugar donde no hay luz ni agua es una tarea complicada. Tan solo se cocina, se muele con una cuchara y se cola con un cernidor.
Pero la alimentación no solo es la dificultad, la falta de un succionador que ayude a eliminar toda la materia retenida en el traqueostoma pone en peligro su vida.
Un matrimonio que sufre con un hijo enfermo, la única esperanza está en que se lo acoja en una casa de salud que lo ayuden a despertar de esa pesadilla. Un padre y una madre que buscan de lo poco que tienen, ayudar a su hijo.
Exprésate Morona Santiago se contactó al Hospital General Macas para buscar una respuesta a esta denuncia, indicándonos que la próxima semana se brindará una declaración al respecto.
Por: Elizabeth Cuesta / Exprésate Morona Santiago
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Exprésate Morona Santiago
Primer Informativo Digital de la Provincia
Macas – Ecuador